No le importó nacer en un tren que abandonaba Siberia. Tampoco le importó haber estudiado en una escuela mediocre de ballet hasta los 17 años. Rudolf Nureyev estaba destinado a convertirse bailarín más destacado de la historia. Tampoco le bastó una vida de ininterrumpidos éxitos al rededor del orbe (con excepción de Rusia, la cual jamás volvió a pisar), ni el alternar con las mejores bailarinas, orquestas, conductores y solistas del mundo. Tenía que hacer esto antes de morir... espero que lo resistan.
7.22.2006
Lo que todos deseamos antes de morir
Publicadas por Jorge Isaac a la/s 20:46
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